http://opinionsurdigital.blogspot.com/2015/06/analisis-de-juan-bolivar-danilo-y.html
Por: JUAN BOLIVAR DÍAZ/Hoy.com.do
Tres
discursos en apenas cuatro días delinearon el curso de la prematura
campaña electoral de cara a las elecciones presidenciales del próximo
año configurando la posibilidad de una bipolarización de nuevas fuerzas
contra los tres partidos que han dominado la política dominicana en más
de medio siglo.
Sólo
las negociaciones para lograr la aprobación de la reforma
constitucional para permitir la reelección pueden explicar la celeridad
del presidente Danilo Medina en lanzar su candidatura, dadas las
ventajas con que ha partido, y la claudicación de Miguel Vargas que
entierra al Partido Revolucionario Dominicano (PRD) a 11 meses de los
comicios.
Una
semana de Abinader. La semana estaba pintada para Luis Abinader al
iniciarse con el acto de proclama de su candidatura presidencial el
domingo 14, pero seguramente él y los suyos no pensaron que el
presidente Danilo Medina y el presidente del PRD lo iban a ayudar a
afianzarse como primera opción alternativa para las presidenciales del
2012. Su proclamación era un desafío y lo pasó en sus principales
dimensiones: congregó más de 10 mil personas, llenando el auditorio de
entusiasmo y demostraciones de unidad, produjo un vibrante discurso de
oposición centrado en cuestionar la gestión y el propósito continuista
del presidente Medina y delineó los ejes básicos de un gobierno de
amplio espectro político y social, llamando a constituir un frente de
renovación nacional.
El
candidato presidencial del Partido Revolucionario Moderno (PRM) sacó
ventajas de la percepción generalizada de que se negociaron los votos de
decenas de diputados y varios senadores para viabilizar la
repostulación presidencial, preguntando “de dónde se sacaron señor
Presidente, los millones y millones para la reforma constitucional”,
aludiendo a las numerosas denuncias de legisladores que llevaron a los
del PRM a pedir formalmente una investigación de la Procuraduría
General.
Abinader
asumió los cuestionamientos directamente a la imagen del presidente
Medina, recordando que cuando se oponía al continuismo de Leonel
Fernández sostuvo que en el país “para hacer posible la reelección había
que tragarse un tiburón podrido y tirar los escrúpulos al zafacón”.
Entonces le preguntó directamente “de qué tamaño es el tiburón que usted
se tragó” y “en qué zafacón tiró usted los escrúpulos”. Lo del tiburón
se convirtió en la frase de la semana en las redes sociales y los
programas de radio y televisión, incluidas unas celebradas décimas de
Huchi Lora.
La
capitulación de Miguel. Lo patético de la semana fue el discurso con
que Miguel Vargas renunció el lunes 15 a la candidatura presidencial del
PRD, proclamada en septiembre del año pasado. A once meses de los
comicios, el candidato declina y anuncia que apoyará la reelección del
presidente Medina, en base a una participación, que no definió, en
cargos legislativos, municipales y gubernamentales. Y llegó a anunciar
un programa de gobierno que el candidato oficialista no ha presentado.
El
desencaje de Vargas y de sus acompañantes quedó evidente en la
transmisión televisiva, cuando convertían al partido de mayor vigencia
de la historia nacional, en comodín de uno de sus adversarios, en una
retirada sin dar batalla, tan anticipada a la cita del 15 de mayo del
2016, alegando que el PRM no había querido negociar con ellos.
Vargas
no explicó su cambió tras años defendiendo su pacto con Leonel
Fernández en el 2009 porque había prohibido la reelección presidencial, y
todavía cuando el Comité Político del PLD dispuso reformar la
Constitución dijo que él y sus legisladores rechazaban “la pretensión de
prolongar el continuismo peledeísta caracterizado por endeudamiento
desenfrenado, excesivos impuestos y ausencia de plan nacional”.
La
explicación la dio por escrito el 9 de junio el secretario de Asuntos
Legales del PRD, Salim Ibarra, cuando se mostró “asombrado de que 40
diputados de su organización hayan sido convencidos para apoyar el
actual proceso de reforma constitucional”. Resignado agregó su esperanza
de que en ese nuevo escenario Vargas “logrará concretizar un acuerdo
electoral que vaya en beneficio de las bases y dirigencia del PRD”.
Varios diputados perredeístas dijeron que habían negociado el respaldo a
la reelección por garantías de mantener sus puestos, cosa imposible con
el voto preferencial.
Súbita
salida de Danilo. A las 48 horas, el miércoles, llegó la sorpresa de
Danilo, con un discurso triunfalista que repite los argumentos con que
todos los presidentes dominicanos reeleccionistas han tratado de
justificar su aspiración de continuar al frente del Estado: su excelente
obra y la necesidad de culminarla.
Después
de tanto tiempo de silencio, la salida de Danilo pareció inoportuna la
noche en que concluía el plan de Regularización de Extranjeros, con el
país en ascuas y bajo la atención de la prensa y dirigentes de
instituciones y organismos internacionales, por lo que se creyó
vanamente que se referiría a tan importante asunto de Estado.
A
11 meses de los comicios, no había justificación para romper el
silencio tan inoportunamente, a no ser que -como se alega en corrillos-
tuviera necesidad de contener el deterioro de su imagen y aprobación,
tras la crisis de su partido y el reparto antidemocrático que la saldó,
la imposición de la reforma constitucional y el fortalecimiento de la
candidatura de Abinader. No logró disipar la ingestión del “tiburón
podrido de la reelección”.
El
mayor vacío fue no haber aludido al pacto para un gobierno de unidad
nacional con que los perredeístas han justificado su apoyo a la
reelección y que ha constituido el principal argumento para rebatir la
percepción generalizada de que ese apoyo fue comprado en efectivo y con
reparto del Estado, tan vergonzoso que sólo los diputados se atrevieron a
detallar: nuevas provincias, cargos públicos y garantías de reelección
total.
El
semblante de Danilo durante su alocución no reflejaba convicción sobre
su nueva concepción de que en sus tres años las instituciones se habían
fortalecido para soportar la reelección, lo que pudo reforzar
comprometiéndose con la aprobación de los proyectos de leyes del Régimen
Electoral y de Partidos, llamados a garantizar mayor equidad electoral.
El mercadólogo Melvin Peña lo describió: “lucía como una imagen
flotante, lejano, como si estuviera hablando por skype”.
Tempranas
definiciones. La claudicación de Miguel Vargas era previsible a la luz
de las pobres preferencias que registra en las encuestas, que reconocen
al PRM y Abinader como primera opción opositora. Incluso fue sobrepasado
en las últimas Gallup-HOY y Penn /Schoen por Guillermo Moreno. Pero no
se esperaba una definición tan precipitada, dada la tradición de las
alianzas en los procesos electorales dominicanos. La ley electoral
obliga a registrarlas al menos 75 días antes de las elecciones y
generalmente se efectúan en los límites, al igual que las definiciones
reeleccionistas de los presidentes. El plazo de inscripción de
candidaturas es de 60 días antes de los comicios.
Las
inequidades y abusos de las campañas reeleccionistas sobrepasan con
mucho las garantías competitivas de la Constitución y las leyes, y han
comenzado a registrarse con varias inauguraciones por semana que son
convertidas en actos de exaltación del mandatario como figura
providencial insustituible, con páginas diarias en los periódicos y
encabezando la excesiva publicidad institucional de los organismos
estatales.
La
opinión pública le otorga inmensa ventaja a Danilo, partiendo de la
aprobación que ha registrado en las encuestas, aunque todavía ninguna se
ha publicado después que impusiera su proyecto reeleccionista casi
dividiendo su propio partido, doblegando el Poder Legislativo y acabando
la obra iniciada por su antecesor Leonel Fernández de asimilación de
los partidos tradicionales, todo en base al reparto del Estado.
Sin
una legislación que límite el abuso del Estado, con el control de los
organismos electorales y la concentración de la mayoría de los partidos
con derecho a postular candidatos, lo que le da el 90 por ciento del
financiamiento estatal, la candidatura del presidente Medina no debería
utilizar un centavo adicional del presupuesto nacional. PLD-PRD-PRSC
reciben este año unos 55 millones de pesos mensuales del presupuesto
nacional, que se duplican en el año electoral.
El
desafío es demasiado grande para Abinader y Moreno ya como principales
opciones de la oposición y para el resto del liderazgo político y social
que sólo unidos podrían apostar a la tendencia regional a relegar la
partidocracia tradicional.
Fuente: HOY