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Suecia gana Eurovisión y España queda en 21 posición
Banderas españolas en el Wiener Stadthalle de Viena, durante la actuación de Edurne. EFE/abc.es
EDUARDO FERNÁNDEZ Enviado especial Viena
Suecia se ha proclamado ganadora
de la 60 edición del Festival de Eurovisión, después de protagonizar
con Rusia un apretado duelo en las votaciones. El sueco Mans Zelmerlöw,
con su canción Heroes, ha logrado 365 puntos, mientras que la rusa
Polina Gagarina, se ha quedado finalmente en segunda posición con 303
puntos. Por su parte, España ha terminado en la posición 21 con 15
puntos.
Finalmente, a pesar de que su
actuación fue muy aplaudida en el Weiner Stadthalle de Viena, Edurne
sólo ha logrado quedar por delante de cinco países con su canción
Amanecer. Los puntos para la representante de España han llegado desde
Francia (5), Portugal (3), Montenegro (2), Moldavia (1), Azerbayán (1),
Suiza (1), Israel (1) y Rusia (1).
Mientras, los puntos de España
han ido para: Italia (12), Rusia (10), Suecia (8), Australia (7),
Bélgica (6), Rumanía (5), Letonia (4), Estonia (3), Noruega (2) e Israel
(1).
Edurne prometía un amanecer para
España. En una lluviosa Viena, representó encapuchada una pietà, se
desprendió de uno de sus dos vestidos y plantó voz y pierna en
Eurovisión, festival por el que luchó hasta con el bailarín de su
combativa coreografía. El escenario del Wiener Stadthalle celebró el
‘ieieo’ de una canción en castellano, grito de guerra para una audiencia
potencial de más de 100 millones de personas.
El sueco Mans Zelmerlöw ejecutó
con precisión la puesta en escena más televisiva de la gala con su
contundente Heroes. En esta noche de votaciones, tanto o más ensayadas
estaban las muecas de gratitud de la rusa Polina Gagarina, que se
presentó inmaculada en A million voices para vencer las reticencias de
los eurofans. Éstos tienen pocas ganas de poner a prueba la legislación
de ese país al respecto de las manifestaciones gays. Los tres tenorcitos
italianos de Il volo, crecidos gracias a su Grande amore, cerraron una
final disputada por 27 países.
La televisión austriaca ORF
inauguró la retransmisión con la última ganadora por los aires.
Conchita, suspendida de un cable, abogaba por elevar más aún el listón
eurovisivo de lo extravagante. La eslovena, primera sobre el escenario,
actuó con los cascos puestos, como si hubiera olvidado quitárselos
absorta ante el insólito planeo de una mujer barbuda. Para muchos
espectadores, el asombro se redobló al aparecer Australia. Los oceánicos
querían aprovechar los 15.000 kilómetros de viaje. Guy Sebastian,
consagrado por aquellos lares, se reveló como el novio ideal de la
audiencia europea.
El israelí, benjamín del
certamen con 16 años, se despendoló descamisado, tan libre como en el
convite de una boda. En un festival rebosante de baladas, suyo fue el
tema más bailado entre las 11.000 personas del público. Otro joven, el
belga, restregó su ritmo pegajoso hasta por el suelo. Como la gala
duraba tres horas y media, dio tiempo a que aparecieran criaturas como
la inclasificable letona Aminata, en clave electrónica propia del mejor
after vienés. Los excesos inherentes a la noche incluyeron hasta un
piano en llamas, el de la candidatura austriaca, liderada esta vez por
un barbudo estándar.
Las divas se ciñeron a los
cánones, como la griega Maria Elena Kyriakou, tan correcta, melena al
viento, que se postula como reemplazo ideal de Yanis Varufakis en las
negociaciones continentales. Por suerte, la serbia Bojana Stamenov, con
todos sus quilos, encendió al pabellón.
Los rumanos de Voltaj apelaron a
los sentimientos, con una canción que versa sobre compatriotas
repartidos por el mundo que envían dinero (sustitúyase por votos) a sus
hijos (sustitúyase por representantes en Eurovisión). La cantante
polaca, en silla de ruedas por un accidente, insertó imágenes de los
tiempos en los que caminaba. Más emocionales si cabe, los armenios se
hincharon a repetir No lo niegues, no tan velada referencia al genocidio
de su pueblo.
En un festival bien provisto de
público homosexual -estos días en Viena hasta los semáforos para
peatones muestran parejas del mismo sexo-, predominó el tándem
chico-chica sobre el escenario. Los lituanos se besaron, así como sus
dos bailarines y sus dos bailarinas. Estonios y noruegos acariciaron el
hit pop rock de calidad del festival, tras la estela de la Holanda del
año pasado. Los británicos, por el contrario, revindicaron su pasión…
por lo kitsch. El electro swing no encuentra hueco ni siquiera en un
festival tan amplio como Eurovisión. Brillaron sólo por sus trajes
luminosos.
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