El que calla otorga/Tomado de Realidad Social
(“La derrota tiene una dignidad que la victoria no conoce”. J.L. Borges)
No tengo dudas de que la
Convención del Partido Revolucionario Moderno se montó rápidamente a
sabiendas de que no había condiciones porque favorecería al hoy
candidato presidencial Luís Abinader.
Lo ocurrido durante todo el
proceso, no fue casual. Como tampoco fue casual que el jefe en el
exterior de las tropas de Abinader abandonara la plaza un mes antes de
la votación para trasladarse a Santo Domingo. Ese personaje sabía que en
Estados Unidos, donde se hicieron todas las travesuras habidas y por
haber, no habría convención, como en efecto sucedió.
La Convención, desde mi óptica,
fue un desorden aun cuando no se registraron incidentes lamentables,
pues en muchos lugares las valijas no llegaron o llegaron muy tarde,
diez de la mañana, incluso en la tarde.
El propósito, digo yo, era
evitar una votación masiva que terminara favoreciendo al ex presidente
Hipólito Mejía, quien siempre confió en la “buena fe” de los
organizadores de la contienda electoral.
La abstención fue el gran
triunfador. El padrón era de 2 millones 300 mil personas
aproximadamente, de los cuales votó alrededor del 15 %, cuando se estima
que en los procesos internos de los partidos acude entre el 30 y el 30%
de los inscriptos. En pocas palabras más o menos dos millones no
acudieron a la cita o no pudieron ejercer su derecho al voto porque no
encontraron sus meses porque estaban cerradas, las cambiaron de lugar o
no aparecieron en el padrón.
Los puntos fuertes de Hipólito
fueron focalizados previamente. En esos puntos precisamente cambiaron
los centros de votación, no llegó la valija o el padrón estaba
distorsionado, entre otros “problemas” que impidieron que la gente
votara por el ex presidente.
Ningún miembro de la corriente
de Hipólito, en todo el territorio nacional, se dedicó a comprar
cédulas, cosa que hicieron algunos de sus contrarios, incluyendo a un
joven diputado dela circunscripción uno que lo hizo descarada y
abusivamente en presencia de todos.
Ya nada importa, pues después del “palo dado, ni Dios lo quita”…
Hipólito demostró, quiero
resaltarlo, ser un demócrata a carta cabal, un político que depone sus
intereses porque considera que los del partido y los del país están
primero que los suyos. Me explico: En la mañana del domingo un grupo de
sus seguidores le propuso abortar el proceso convencional ante el
desorden y las prácticas malsanas y desleales que se producían en todo
el país, a lo que se opuso tajantemente.
“Si hago eso estaré decretando
la división o desaparición del PRM al tiempo de darle una estocada
mortal a la democracia y a la esperanza del pueblo de salir del PLD”,
dijo. En la noche, cuando otro grupo lo visitó a su casa, reiteró que no
haría nada en contra del PRM, de la democracia y que respetaría la
voluntad de las bases, muchas o sean pocas, que acudieron a votar.
Lo que ocurrió durante la
Convención lo advertí con tiempo más que suficiente, pero nadie quiso
escuchar. Sabía que sería un tollo, un desorden. Propuse que se
pospusiera uno o dos meses para hacer las cosas bien. Pero miembros de
la Comisión Organizadora, de la dirección del PRM, del equipo político
de Abinader, se opusieron a rajatablas porque podría significar la
derrota de su pupilo.
Ahora la pelota está en la
cancha de Luis Abinader. Su victoria fue relativamente amplia, del 15%
que votó, obtuvo un 70%. Tiene que unir en torno a su partido y su
candidatura al resto, que suman más de dos millones de la matrícula del
PRM que es también la del PRD. Para agrupar en torno suya a esos dos
millones, que no serán suficientes para alcanzar la presidencia del
país, no puede darse el lujo de agredir ni maltratar a los “perdedores”
enviándolos al “zafacón de la historia” ni insultarlos diciéndoles que
les cayó “carcoma”, pues con actitudes como esas no llegaría muy lejos.
El que calla otorga
0 Comentarios
Puedes ser el primero en dejar un comentario !.