Richard Anderson Analista económico de la BBC
Tomado de BBC Mundo
El precio del petróleo se desplomó en casi un 50% en los últimos seis meses.
Predecir el precio del petróleo es un ejercicio un poco fútil.
Existen simplemente demasiadas variables en juego para hacer una estimación significativa.
Lo que sí sabemos es que, a
pesar de un reciente incremento, el precio del crudo se desplomó casi en
un 50% en los últimos seis meses tras el declive más prolongado en 20
años.
Y sabemos cuáles son las causas.
El petróleo de esquisto de Estados Unidos y en menor medida la
reanudación de las exportaciones libias aumentaron la oferta, mientras
que las economías de China y Europa redujeron la demanda.
Si agregamos a esto que un dólar
fuerte encarece el crudo, afectando aún más la demanda, tenemos todos
los ingredientes para un colapso de los precios.
A pesar de la oposición de Venezuela y otros miembros de la
OPEP, Arabia Saudita no quiso intervenir para apuntalar los precios.
Pero lo que suceda de ahora en adelante es más difícil de desentrañar.
El actual auge del esquisto en
EE.UU. no da señales de disminuir y existen dudas sobre la fortaleza de
la economía global. Estos factores son dos buenos motivos para creer que
los bajos precios del crudo continuarán por algún tiempo.
Las condiciones actuales son
precisamente aquellas en las que la Organización de Países Exportadores
de Petróleo (OPEP) solía intervenir reduciendo la producción para
apuntalar los precios.
Pero en esta ocasión la OPEP no
actuó. En una decisión histórica, la organización dijo a fines del año
pasado que no sólo no intervendría para reducir su actual producción de
30 millones de barriles al día, sino que no tenía intenciones de hacerlo
ni siquiera si el precio caía a US$20 por barril.
Y no se trató de palabras al
viento. A pesar de una furiosa oposición por parte de Venezuela, Irán y
Argelia, el “zar” de la OPEP, Arabia Saudita, simplemente se negó a
rescatar a sus socios más vulnerables.
Muchos miembros de OPEP necesitan un precio de US$100 o más por barril para mantener el equilibrio fiscal en sus economías.
Arabia Saudita, en cambio, tiene
reservas estimadas de crudo de US$900.000 millones y puede darse el
lujo de esperar y observar las condiciones del mercado.
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Haga clic para ver por qué Arabia Saudita es importante para la economía mundial.
Poco más del 30% del crudo
mundial viene de los países de la OPEP. El porcentaje era de casi 50% en
la década del 70, pero los productores de petróleo de esquisto de
EE.UU. han inundado el mercado con una producción cercana a los cuatro
millones de barriles diarios.
En estas condiciones, “¿cómo
puede esperarse que alguien deliberadamente reduzca la producción para
apuntalar los precios?”, argumentó recientemente la OPEP.
Arabia Saudita tampoco está
dispuesta a reducir su dominio en el mercado mientras sus competidores,
especialmente los productores de esquisto en EE.UU., prosperan.
Las implicaciones de la decisión de la OPEP de no intervenir van mucho más allá del impacto en los precios.
“Hemos entrado a un nuevo
capítulo en la historia de los mercados de crudo, que está comenzando a
operar más como un mercado de commodities y no como un cartel”, aseguró
Stuart Elliott, especialista en temas energéticos de la consultora
Platts.
El cambio se ha hecho sentir en muchas partes de la industria y podría tener consecuencias importantes durante años.
“Serios riesgos”
Es probable que el precio del
petróleo se mantenga por debajo de US$100 durante varios años, debido
tanto a la negativa de la OPEP a intervenir como a reducción en la
demanda por la ralentización de la economía global.
El mercado de futuros indica que
el precio podría recuperarse levemente y llegar a US$70 en 2019. Pero
la mayoría de los expertos coincide en un precio probable de entre US$40
y US$80 en los próximos años. Intentar hacer una predicción más exacta
es una pérdida de tiempo.
Con estos precios, muchas
explotaciones dejan de ser rentables. Las operaciones más afectadas son
aquellas de reservas de acceso difícil y costoso, como los pozos de gran
profundidad en el mar.
La explotación de crudo en el
Ártico, por ejemplo, no es rentable a menos de US$100 el barril, según
Brendan Cronin, de la consultora Poyry Managing Consultants, por lo que
los planes de perforaciones en zonas polares podrían ser postergados.
El petróleo de esquisto en EE.UU. contribuyó al desplome de los precios del crudo.
La producción del Mar del Norte
también corre riesgo. Nuevas perforaciones requieren un precio de al
menos US$70 a US$89 para ser rentables.
En una entrevista reciente con
Platts, el jefe de Oil & Gas UK, la asociación que reúne varias
empresas de explotación de gas y crudo, dijo que a un precio de US$50 el
barril la producción del Mar del Norte podría caer un 20%. Esto
afectará no sólo a las petroleras sino también a la economía escocesa.
La exploración en sitios de reservas no confirmadas en el sur y oeste de África también se verá paralizada.
¿Y qué sucederá con las operaciones de fracking, la controvertida técnica utilizada para obtener gas y petróleo de esquisto?
Los costos varían, pero según
Scotiabank los productores de EE.UU. requieren un precio de cerca de
US$60 para que sus explotaciones sean rentables.
Las grandes empresas ya están
sufriendo el impacto de la caída en los precios. Las acciones de BP,
Total y Chevron cayeron un 15% en los últimos seis meses.
Y hay cientos de compañías más
pequeñas con un futuro incierto, incluso en EE.UU, donde las empresas de
esquisto obtuvieron préstamos por US$160.000 millones en los últimos
cinco años, esperando precios más altos que los existentes hoy en día.
Las compañías de servicios en el
sector petrolero también están sintiendo las consecuencias. El mes
pasado, Schlumberger, la mayor empresa del mundo de servicios a
yacimientos petroleros, anunció el despido de 9.000 trabajadores de un
total de más 120.000 en unos ochenta países.
La caída en los precios podría paralizar la exploración en el Ártico y en otras regiones con reservas no confirmadas.
El sector de renovables también
se ha visto afectado. En Medio Oriente y partes de América del Sur y
América Central, el petróleo compite directamente con energías
renovables para la generación de electricidad. Si el crudo es barato,
habrá menos inversion especialmente en paneles solares.
La caída en el precio del
petróleo ha llevado a una reducción en el precio del gas, un competidor
directo del sector de renovables que podrían requerir nuevos subsidios.
La disminución en el precio del
crudo y el gas hace mella en uno de los principales argumentos para
invertir en renovables: que el precio de los combustibles fosiles
seguirá en aumento.
El impacto ya es palpable. Las
acciones de Vestas, la principal productora de turbinas eólicas, cayeron
un 15% en los últimos seis meses. Y las acciones del gigante chino de
producción de paneles solares JA Solar se desplomaron un 20%.
Los bajos precios del petróleo
también son un dolor de cabeza para los fabricantes de autos eléctricos.
En Estados Unidos, la venta de automóviles híbridos está cayendo
mientras que se ha disparado la de vehículos todoterreno.
“Impacto profundo”
Los efectos dominó de una caída sostenida en los precios del petróleo son extensos y profundos.
Pero mientras que la decisión de
Arabia Saudita de no intervenir puede ser histórica, los mecanismos
autoregulatorios del mercado siguen intactos: si los precios bajan la
producción cae, si la demanda baja los precios suben.
Como una consecuencia directa de
la caída en los precios la exploración y producción disminuirán y
aunque sea un proceso que lleve años, eventualmente esta reducción en la
oferta hará que los precios suban.
Después de todo, a pesar de la
entrada de cientos de pequeñas empresas al mercado, las grandes
compañías que pueden controlar la oferta aún son muy pocas como para
hablar de un mercado libre.
Pero soplan verdaderos vientos
de cambio. Existe un consenso creciente de que los combustibles fósiles
deben permanecer en la tierra y no ser explotados si el mundo espera
cumplir sus metas en torno al cambio climático y evitar niveles
peligrosos de calentamiento global.
Es solo cuestión de tiempo hasta
que se introduzca precios del carbono, sancionando económicamente a las
empresas que más contaminen. Y estas medidas tendrán un impacto
profundo en el mercado global de petróleo.
Por otra parte, por primera vez
el crudo enfrenta a un verdadero competidor en el sector de transporte,
que representa más de la mitad del consumo global de petróleo.
Los autos eléctricos son por
ahora un sector reducido, pero a medida que avance la tecnología y haya
baterías más eficaces y duraderas, estos vehículos serán mucho más
comunes, lo que reducirá significativamente la demanda de crudo.
El mercado de petróleo está sufriendo grandes transformaciones, pero se avecinan cambios aún más profundos.