Marcelo Justo BBC Mundo/Tomado de BBC Mundo
Estados Unidos produjo más que el resto de naciones del G5, pero en otras mediciones es superado.
¿Cómo sabemos si una economía es eficiente?
Se puede parafrasear un viejo proverbio y decir que todo depende de la vara con la que se mida.
La más usada es el Producto
Interno Bruto (PIB), es decir, la suma de todo lo producido, consumido y
la inversión de un país en un determinado período de tiempo.
En el debate público y mediático
raramente se relaciona esta medida con otros factores para determinar
si una economía marcha bien o no.
Pero la realidad es que cuando se introducen criterios como distribución o demografía, la película cambia radicalmente.
Es lo que halló el economista
Andrew Smithers del diario británico Financial Times al comparar el
desempeño en los últimos 15 años de los países más desarrollados del
planeta, el llamado G5 (Estados Unidos, Japón, Francia, Alemania y el
Reino Unido).
“Si la vara que mide es el PIB
entonces Estados Unidos encabeza la tabla. Si es el PIB per cápita
Alemania sale primera. Pero si se usa el PIB en relación con la
población económicamente activa, Japón es el que mejor ha andado”,
señaló a BBC Mundo.
El producto en bruto
El PIB mide todos los bienes y servicios de una economía.
Como su nombre lo indica el PIB es lo que Produce Internamente en Bruto una nación.
En bruto quiere decir que no se toma en cuenta ningún otro factor.
En base a esta medida en los
últimos 15 años Estados Unidos produjo más que el resto de las naciones
del G5, seguido por Alemania, Japón, Francia y Reino Unido.
Pero los economistas añaden el
PIB per cápita para introducir una medida –insuficiente– de la
distribución promedio del PIB respecto a la población.
Con esta medida, Alemania sale
primera, Japón y Estados Unidos se disputan el segundo lugar, Francia
queda en cuarto y Reino Unido nuevamente en el fondo de la tabla.
La medición más sutil es la
tercera, que vincula la eficiencia económica con la productividad de la
población económicamente activa.
Economía de los viejos
Japón tiene una de las poblaciones con más rápido envejecimiento.
Como se sabe la inmensa mayoría
de las economías del mundo –desarrolladas y no desarrolladas– están
experimentando un fenómeno de vertiginoso crecimiento de la expectativa
de vida paralelo a una caída de la tasa de natalidad.
A principios del siglo XX el promedio de vida mundial era de 31 años. Hoy es de 70.
Según la Organización Mundial de la Salud, Japón es el país que lidera la expectativa de vida: casi 85 años.
Es también el país con la tasa más baja de nacimientos.
Este doble fenómeno tiene un
fuerte impacto económico porque aumenta la masa de personas que no
trabajan (jubilados, menores) en relación a la población económicamente
activa (generalmente entre los 16 y 65 años) que son los que sostienen
el crecimiento de un país.
Como raramente se utiliza esta
vara por su mayor complejidad, se ha popularizado la idea de que Japón
es una economía estancada que ha vivido dos consecutivas décadas
perdidas.
En términos de PIB esto es relativamente cierto.
En los 80 Japón crecía a casi un
6% anual. En los últimos 24 años ha acumulado varias recesiones y tasas
de crecimiento por debajo del 1% o 2% del PIB.
Eficiencia del estancamiento
Alemania lidera las estadísticas de PIB per cápita.
El panorama cambia si se toma en
cuenta que la población económicamente activa de Japón ha decrecido en
un 0,5% anual en los últimos 15 años, mientras que la de Estados Unidos
ha aumentado en un 1,1% anual en el mismo período.
Con esta vara Japón es el más eficiente porque produce más con menos gente.
Una vez ponderado el crecimiento
del PIB con este elemento se tiene que Japón tuvo un crecimiento
económico por persona en edad laboral de más del 1% mientras que Estados
Unidos quedó segundo con un 0,8%, seguido de Alemania, Francia y Reino
Unido.
“Un grave error en los análisis
económicos es que generalizan sin tomar en cuenta las peculiaridades de
cada país. Las fuertes diferencias demográficas de los países son
fundamentales para entender qué pasa con sus economías. La productividad
y el empleo son otros dos factores esenciales para juzgar si una
economía funciona bien”, señala Smithers.
¿Producimos bien o mal?
Los franceses pueden argumentar que su economía es más productiva que la británica.
El año pasado no trajo buenas noticias económicas para Francia.
Mientras que la primera mitad del año la economía registró una expansión nula del PIB, en la segunda creció un magro 0,3%.
En comparación, Reino Unido fue un modelo de éxito.
Según el FMI, el PIB británico
en 2014 superó el 3%, razón esgrimida por la prensa local, muy sensible a
la histórica rivalidad con su vecino, para declarar la superioridad del
modelo económico anglosajón.
Claro que los franceses pueden
argumentar que su economía está en mejor estado si se toma en cuenta
otra medida que, según muchos especialistas, es una prueba más
contundente sobre la eficiencia económica: la productividad.
Según Anthony Hilton, economista
y autor de “City within a state”, esta comparación por productividad da
resultados sorprendentes.
“Entendida como el valor añadido
por trabajador por hora, la productividad francesa es superior a la
británica e incluso mayor que la estadounidense. Con menos horas de
trabajo por año que los estadounidenses y muchas más vacaciones los
franceses resultan más productivos. Esto no quiere decir que el modelo
francés no tenga problemas. El alto nivel de desempleo es uno. Pero
ayuda a poner perspectiva en estas comparaciones”, señala Hilton.
Empleo
El aumento del PIB debe resultar en más empleo.
¿Significa esto que el PIB que tanto publicitan los gobiernos cuando les conviene no sirve para nada?
Vea también: ¿Realmente medimos bien cuánto crece la economía?
No, siempre que se sepa bien qué es lo que mide.
El PIB mide el tamaño de una economía y si este tamaño crece o no.
Como señala el economista
austríaco Frank Shostak, si un gobierno se embarca en la construcción de
una pirámide crecerá el PIB aunque no se añada mucho al bienestar de su
población o a la eficiente asignación de recursos de su economía.
Pero si bien el PIB no crece, difícilmente haya mejoras en una medida crucial del bienestar de una población como es el empleo.
Según Francois Lequiller, autor
de “Comprendiendo las cuentas nacionales”, y asesor del Departamento de
Estadísticas de la OCDE (Organización para la Cooperación y el
Desarrollo), el crecimiento es un factor necesario, aunque no suficiente
de un buen desempeño económico.
“Con más PIB hay más empleo. El
empleo es un indicador fundamental del bienestar nacional. Pero también
el hecho de que aumente el volumen de bienes y servicios a los que tiene
acceso la población debe considerarse un beneficio”, indicó a BBC
Mundo.
Considerada la eficiencia
económica con la vara del empleo Francia es menos eficiente que el Reino
Unido porque su desempleo es mayor (11,1%), pero Japón con una tasa del
3,6% es mucho más eficiente que Estados Unidos, el Reino Unido o
Alemania que tienen entre 5 y 5,8%.